Cubrir eventos en la iglesia como parte del equipo de fotografía de Pulso fue una experiencia profundamente enriquecedora tanto personal como profesionalmente. A nivel profesional, me permitió perfeccionar mis habilidades para capturar momentos significativos, desde expresiones emotivas hasta detalles importantes, todo mientras trabajaba en un entorno que requería discreción, respeto y un enfoque visual que reflejara adecuadamente la solemnidad y alegría de cada ocasión. Aprendí a ser puntual, responsable y a adaptarme a diferentes situaciones, fortaleciendo mi capacidad para comunicar historias visualmente, incluso en condiciones de iluminación cambiantes o en espacios concurridos. Cada evento representó un desafío único, pero también una oportunidad para mejorar mi técnica y mi capacidad de anticipar momentos clave.
Sin embargo, el impacto más profundo fue en mi vida personal y espiritual. Ser testigo de ceremonias como bautismos, bodas, servicios de adoración y celebraciones especiales, me permitió ver la fe desde una nueva perspectiva. No solo era un observador con cámara en mano, sino alguien que, a través del lente, presenciaba la devoción, la esperanza y el amor de las personas hacia Dios. Esto me llevó a reflexionar sobre mi propia relación espiritual, fortaleciendo mi conexión con Dios y recordándome constantemente la importancia de la comunidad, el servicio y la fe compartida. Cubrir estos eventos no solo me hizo mejor fotógrafo, sino también una persona más empática, consciente y comprometida espiritualmente.